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Huelva, una provincia por descubrir.

Aleixa descendió del avión con alivio, apenas hacía unos minutos que habían aterrizado en el aeropuerto de Faro, en el Algarve portugués. El viaje no había sido largo, poco más de una hora desde el de Oporto, pero en el transcurso del vuelo hubo turbulencias y era algo superior a sus fuerzas, lo pasaba mal.

Mientras esperaba para recoger su equipaje, observando las vueltas de las maltratadas maletas sobre la cinta, echaba su pensamiento atrás y se decía si estaría haciendo lo correcto, hacía menos de un mes se encontraba entregada con los preparativos de la boda con Brais. Quizás fuera por inseguridad, o por miedo, en cualquier caso tras la decisión de cancelar su compromiso llegó la de trasladarse desde su Galicia natal hacia el sur, a Andalucía, y más concretamente a la provincia de Huelva. Necesitaba un cambio de aires en toda regla.

Su amiga Neves la había animado, la había recomendado a la academia de idiomas donde ella misma trabajaba de secretaria, el Centro de Idiomas Edimburgo se encontraba en Huelva capital, en el centro histórico, y tenían una vacante para una profesora de inglés. Neves era gallega como ella, pero llevaba muchos años en tierras onubenses, donde se había afincado tras casarse con Fran.

Por fin apareció su maleta, un amable y cumplido portugués la ayudó a bajarla de la cinta, cosa que agradeció dado el tamaño y peso que tenía. Había echado todo el equipaje que pudo, con el que de momento se las apañaría, había reservado a través de Airbnb un alojamiento en la población de Aljaraque, en una urbanización cercana a Huelva, se llamaba el Hoyo 20 de La Monacilla Golf. Más adelante, cuando estuviera ubicada y conociera mejor el entorno, buscaría un lugar donde quedarse y podría gestionar el traslado del resto de sus pertenencias.

Ya en el exterior la aguardaba el servicio de transporte que había contratado para que la llevaran al Hoyo 20 de La Monacilla Golf, a una hora de distancia aproximadamente. El transporte se lo había buscado el mismo servicio de alojamiento, Lola, la dueña del establecimiento se había encargado de todo. Y efectivamente ahí estaba la pequeña furgoneta Fiat, con Antonia la conductora aguardándola. 

Media hora después estaban en el puente internacional del Guadiana, que une España y Portugal desde 1991. A la derecha la salida al mar y el pueblo de Ayamonte en el lado español y Vila Real de Santo Antonio en el portugués, a la izquierda se contemplan en la orilla española las piscifactorías, y más allá el campo de golf y la urbanización costa Esuri, en referencia al antiguo nombre de la localidad ayamontina.

Pasado el puente, se adentran en la provincia de Huelva, Aleixa iba pensando en lo incierto de su aventura, en si de verdad Huelva cubriría las expectativas que su amiga Neves le había contado, cansada y sin afectarle la ininterrumpida charla de su locuaz conductora, no pudo evitar dar una cabezada…